La primera de las tres visitas del asteroide Apophis con la Tierra
Publicado: 12 Enero 2013 | 12:37am
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El asteroide Apophis se acercó a la Tierra y resultó ser un poco más grande y oscuro de lo estimado.

De acuerdo a los datos disponibles, no amenazará a la Tierra durante las próximas décadas, pero aún así sigue siendo objeto de interés científico en razón de su posible influencia sobre nuestro planeta. ¿Servirá Apophis de primer “polígono de pruebas” para desarrollar tecnologías de “interacción” con los asteroides? 

Ahora que ha pasado a solo catorce millones quinientos mil metros de la Tierra, lo conocemos un poco mejor. El observatorio espacial infrarrojo Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) precisó su tamaño y reflectividad. Su diámetro resultó algo más grande de lo supuesto: trescientos veinte y cinco metros con posible variación de quince metros. La reflectividad, en cambio, es más baja: 0,23 contra el 0,33 estimado. Esto significa que la superficie del asteroide absorbe el 77 % de la luz incidente, reflectando solo el 23 %.

Herschel observó el asteroide durante un período relativamente corto: solo dos horas antes de su máxima aproximación a la Tierra. Los ingenieros de la ESA se sienten orgullosos con su telescopio que logró captar y obtener imágenes tan nítidas de un cuerpo celeste en tan rápido movimiento. De momento, Apophis ya se está alejando de la Tierra para volver en 2029, primero, y luego en 2036. El reencuentro de 2029 no encierra ningún peligro para este planeta, pero el de 2036 sí genera ciertas inquietudes, ya que la gravedad terrestre puede modificar la órbita del asteroide. En todo caso, la probabilidad de colisión es considerada ínfima e prácticamente despreciable.

Las observaciones de Herschel son útiles desde otro punto de vista: para la ciencia planetaria y la mecánica estelar es muy importante evaluar el tamaño y las órbitas de los asteroides, independientemente de si son peligrosos o no para la Tierra.

Actualmente, nuestras posibilidades de respuesta a las amenazas de asteroides y cometas se limitan a un minucioso análisis de sus órbitas: una vez realizados los cálculos, la gran mayoría de estos cuerpos celestes son catalogados como como inocuos. El propio Apophis, evaluado según la escala de Turín de amenazas espaciales, conforme el programa de vigilancia de objetos próximos a la Tierra (NEO), aparece en la respectiva página web de la NASA marcado con color blanco, lo que significa que la probabilidad de colisión es nula o insignificante. Solo un cuerpo figura en la misma lista marcado con el color verde reservado para los objetos capaces de acercarse a la Tierra con muy poca probabilidad de colisión, y es el asteroide 2007 VK184, de ciento treinta metros de diámetro, que, según lo estimado, puede pasar cerca de la Tierra, a una distancia equivalente a tres cuartos del diámetro terrestre, en 2048.

Siendo relativamente inocuo, Apophis es visto por los científicos como un polígono de pruebas para eventuales “contragolpes”. Uno de los planes de perspectiva de la Agencia Espacial Federal suponía el envío de una estación automática a Apophis para instalar en el mismo un radiofaro que permita controlar con alto grado de precisión todas las variaciones de la órbita del asteroide. Otra opción es modificar la órbita de Apophis utilizando otro asteroide más pequeño empujado al punto de colisión por un “tractor” espacial de diseño especial. La parte teórica de este método se está desarrollando en el Instituto de Electrónica y Matemáticas de Moscú, bajo la guía del investigador estadounidense David Dunham, en el marco de un programa de megabecas científicas.

A la luz de lo dicho, ¿qué nos importa el nuevo encuentro con el asteroide, si la probabilidad de colisión con el mismo es ínfima, de acuerdo a las estimaciones disponibles? La respuesta a esta interrogante depende de las ventajas que nos puede traer una eventual expedición a Apophis. Hasta el momento, las naves espaciales no hacían otra cosa que aproximarse y chocar con cuerpos espaciales pequeños. Lo que pretendemos ahora es controlar y manejarlos. En el ya mencionado laboratorio de David Dunham se estudian también otras posibles formas de “interacción” con los asteroides. Se pretende traerlos a la órbita circunterrestre. Se trata de unas tareas técnicamente muy complicadas y, por ello, aún más interesantes. Pero lo más correcto sería considerarlas en el contexto de la ampliación de las capacidades humanas en el espacio, y no como una respuesta puntual a una amenaza espacial. 

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