La invasión de Irak por EE.UU. hace más de una década, trajo consigo mucho más que muerte y destrucción. Cientos de familias aún son víctimas de las secuelas del uso de armas químicas durante la guerra.
El uso de dicho armamento ha causado enfermedades congénitas y malformaciones en niños. Leila Jabor, madre de niños con malformación congénita, relató en RT su conmovedora historia.
"Aquí, en Irak, la guerra no ha terminado porque aún sufrimos las consecuencias del conflicto", explica Leila.
Ahmed es su sexto hijo, tiene ya ocho meses y nació con problemas en el sistema nervioso. Los otros tres bebés a los que dio a luz con malformaciones fallecieron años atrás. No es un hecho excepcional.
"Cuando vas a la clínica para hacerte un chequeo ves a muchísimos niños con problemas en el sistema nervioso, con varios tumores en la cabeza, con cáncer", lamenta la madre.
Hablar de malformaciones congénitas en Irak es nombrar a Faluya, ciudad en la que, según el científico Christopher Busby, se encuentra "la mayor tasa conocida de daños genéticos en cualquier población".
"Fuimos a Faluya y vimos los niveles de cáncer. Nos fijamos en los padres de niños con malformaciones congénitas y realizamos análisis de su cabello", explicó Bubsy. "Lo único que hallamos fue uranio".
Según el científico, la única fuente de uranio en Irak proviene de las armas empleadas por las fuerzas encabezadas por EE.UU.
Sin embargo, el impacto de las municiones de uranio empobrecido del Ejército estadounidense no sólo golpeó a esta urbe. En el barrio de Najaf, a dos horas y media en coche de la capital, muchas familias han sido también víctimas de las armas químicas.
"Antes del año 2003, teníamos muy pocos casos de cáncer y malformaciones, pero se incrementaron no de forma gradual, sino exponencial", dijo a RT la bióloga Sim in shueif.
En Najaf, como en muchas otras partes de Irak, los estudios científicos sobre estos casos son escasos. Esto hace que los expertos no puedan establecer una causa exacta del aumento de la mortalidad infantil. Un hecho al que el Gobierno de Washington se agarra como a un clavo ardiendo.
Sin embargo, Sim explicó que la falta de investigaciones no es casual. "El Gobierno trata de encubrir estos casos y si hablas, nadie te escucha", dijo la bióloga.
Las autoridades y algunos expertos destacan que no todo está en manos del Estado, ya que es muy difícil recabar información entre aquellos que han tenido hijos con problemas: muchas familias ocultan la enfermedad de sus hijos porque se sienten avergonzados.
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