La batalla española contra 'el ébola del olivo'

Publicado: 25 de Septiembre de 2017 | 12:58 a.m
El insecto está dentro de un envase de plástico que contiene una planta. Mide menos de un centímetro pero trae de cabeza a los agricultores de Italia, Francia y España: "Os presento a Philaenus spumarius", afirma Alberto Fereres, profesor de investigación del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC, mientras muestra el recipiente en el que guarda una de las cigarrillas que recoge en el campo para investigarlas en su laboratorio de Madrid. Su objetivo: combatir con las armas de la ciencia la plaga que ha diseminado Philaenus spumarius.
Estos insectos son los principales transmisores en Europa de la temida Xylella fastidiosa, la bacteria causante de una enfermedad devastadora en olivos, almendros y otros cultivos leñosos, y para la que no existe cura. Se conoce popularmente como el ébola del olivo aunque a Alberto Fereres, uno de los científicos que más sabe de esta enfermedad, no le gusta nada ese nombre. "Es un término periodístico que despista porque el ébola es una enfermedad que no tiene nada que ver, pues la causa un virus (y no una bacteria como en la enfermedad del olivo). Crea una cierta alarma que no se corresponde con la realidad. Puede matar a olivos, pero no tiene que ver con las consecuencias del ébola que mata a la gente", explica en su despacho.




La bacteria Xylella fastidiosa, aclara, "no supone ningún riesgo para los humanos o para los animales". Su nombre tampoco tiene que ver con los estragos que causa en el campo: "Se llama fastidiosa porque es muy difícil de cultivar en el laboratorioo. Se puede aislar, pero casi siempre es muy problemática".

El salto a la Península

Tras arrasar alrededor de un millón de olivos en el sur de Italia desde 2013, se ha detectado en Francia y España (en Alemania se localizó un brote aislado en 2016). Y es que, aunque el Gobierno español aprobó en junio de 2015 el Plan de Contingencia elaborado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) en colaboración con las Comunidades Autónomas para evitar la introducción y la propagación de la bacteria en nuestro país, ésta fue detectada en las Islas Baleares en octubre de 2016.
Según datos de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca de esa comunidad autónoma, se han localizado 431 casos (280 en Mallorca, 63 en Menorca y 88 en Ibiza). Entre los ejemplares afectados hay olivos, almendros y viñas. Formentera es la única isla del archipiélago libre de X. fastidiosa en la actualidad.




Este verano volvieron a saltar las alarmas cuando la epidemia llegó a la Península. Oficialmente la bacteria fue descubierta en Alicante el pasado 29 de junio. Primero en una plantación de almendros en Castell de Guadalest. Un mes después se confirmaba un segundo foco en Benimantell, a poco más de un kilómetro del primer caso. A principios de septiembre, se informó de un tercer brote después de que el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (Ivia) detectara la bacteria en 26 parcelas, siempre de almendros. Ningún olivo ha resultado afectado hasta ahora en la Comunidad Valenciana.
"Esta bacteria no se mueve sola. Sólo se transmite a través de insectos. Es como el mosquito que transmite la malaria, sin mosquito no habría malaria. Puedes traer una planta de olivo infectada de Italia, pero no pasaría nada si un insecto -el vector- no coge la bacteria y la pasa a otra planta. Es lo que llamamos la dispersión de la enfermedad. Si controlas los insectos, la epidemia no progresa", explica Alberto Fereres.
Estos insectos transmiten la bacteria que, transcurrido un tiempo, tapona los vasos por los que circula la savia ascendente, es decir, la que sube de las raíces a las hojas. Así consiguen los árboles transportar el agua que necesitan para sobrevivir y transpirar: "Es como una cañería, si taponas el agua no sube y las hojas empiezan a secarse", explica Fereres. "La bacteria no siempre mata al árbol, a veces lo debilita".
Por tanto, añade, "lo más importante es saber qué insectos son los que transmiten, cómo se mueven y cómo se dispersan porque son los que mueven la bacteria". Estos son algunos de los aspectos que estudian en el Instituto de Ciencias Agrarias, donde los crían, estudian su ciclo biológico y su comportamiento, aunque de momento tienen más preguntas que respuestas. Pese a que es una bacteria que se conoce bien en América desde hace más de un siglo, los vectores, es decir los insectos, que hay allí son diferentes a los que están en Europa.

Plantas de Centroamérica

"En 2013 comenzó la preocupación porque no se sabía cómo se transmitía. Se habló principalmente de las plantas ornamentales que se importaron con escasos controles a partir de 2005 de países como Costa Rica y Honduras. Desde Centroamérica habrían llegado a Italia porque en la zona en la que se produjo el brote había bastantes viveros de estas plantas, para jardines y hoteles. En algún momento saltó a la zona de cultivo", apunta.




El italiano Daniele Cornara, investigador del CSIC, tiene grabada en la memoria la fecha en la que comenzó todo. Fue el 21 de octubre de 2013 cuando se comunicó a la UE la presencia de X. fastidiosa en Italia. El científico nació y vivía en la zona de la provincia de Lecce donde estalló la primera epidemia y trabajó para combatirla desde los primeros momentos junto a Donato Boscia y Maria Saponari, coordinadores de los proyectos PONTE y XF-ACTORS, dos de los programas financiados por la UE para estudiar la bacteria X. fastidiosa.
"Me llamaron en cuanto se detectó", recuerda el científico, que desde hace unos meses investiga en España. En el tacón de Italia hay alrededor de un millón de árboles afectados.
"La situación europea, en general, es diferente a la americana. Lo que se había hecho en EEUU para gestionar el problema no servía en Europa", señala este ingeniero agrónomo, que recuerda que en Italia se llegó a acusar a los científicos de haber propagado la enfermedad. "La epidemia asustó a la gente. Querían una solución y no la hay. Para nosotros, el olivo no es sólo una planta que te da un beneficio económico. Es nuestra tradición, tiene leyenda, historia, es un símbolo de nuestra cultura. Y cortar un olivo es algo terrible", reflexiona. "Si a eso añades políticos que no han hecho lo que debían hacer, lo que han escrito algunos periodistas...Ahora la bacteria es parte de nuestro territorio", asegura.
La bacteria también amenaza desde 2013 la producción de aceite de oliva en Apulia, que se remonta a antes de la época romana. O lo que es lo mismo, amenaza a buena parte de la producción del país transalpino, pues se estima que casi el 40% de la producción total (434.000 toneladas al año entre 2011 y 2014) procede de Apulia.
¿Cómo se detecta? "Los síntomas pueden tardar mucho tiempo en aparecer.Incluso pueden llegar a transcurrir más de seis meses desde que el insecto pica hasta que ves algo raro, y eso dificulta mucho el control porque puedes creer que un árbol enfermo está sano. Hay que tener métodos de detección temprana, y en todo eso se está trabajando", dice Fereres.
Por eso, además de hacer análisis in situ, se usan "aviones no tripulados que con cámaras especiales (espectrales) toman imágenes para intentar detectar la enfermedad al inicio, pues pueden ver cambios en las hojas que el ojo humano no puede ver". Esas investigaciones se llevan a cabo en el Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, en Córdoba. No obstante, también "hay plantas asintomáticas. Podría haber olivos infectados en España y no haberlos detectado", advierte
La Unión Europea establece la obligación de arrancar la planta infectada y todas las existentes en un radio de 100 metros. "La razón por la que se eliminan los árboles que hay alrededor es porque lo normal es que haya otros infectados", explica el ingeniero agrónomo. Sin embargo, esta estrategia de erradicación ha sido cuestionada por los agricultores, que la consideran ineficaz cuando la enfermedad ya se ha propagado.




Bruselas ha dado este mes su visto bueno al plan de contención elaborado por el Gobierno de Baleares, con medidas más conservadoras que las contempladas en las directrices comunitarias para evitar talar miles de hectáreas en el archipiélago. Únicamente se arrancarán los árboles afectados y se harán prospecciones alrededor en busca de nuevos positivos.
También los agricultores de Alicante ha manifestado su rechazo a que se siga aplicando la normativa comunitaria en su provincia, pues consideran que arrancar los árboles en 100 metros a la redonda sólo tiene sentido cuando hay casos aislados. Durante los dos primeros brotes, se talaron más de 300 almendros.
Y es que, cuando la enfermedad no se puede erradicar, dice Cornara, "se intenta contener y convivir con ella, que es lo que se está intentando hacer ahora en Italia".

Frenar su propagación

"Las carreteras son una de las vías de propagación. Aunque se intenta que no pase material vegetal, pueden ir insectos de un lado a otro", dice Fereres. Por otro lado, la importación de plantas ornamentales se hace ahora con más control.
Mientras tanto, los científicos intentan conocerla mejor para frenar su expansión: "Queremos averiguar qué vectores hay en Europa, y hemos avanzado sobre todo en conocer su ciclo biológico, cómo se mueven, dónde pasan el invierno y dónde pasan el verano. Tienen un ciclo muy largo, desde que se pone el huevo hasta que muere el adulto transcurre un año entero. Hemos avanzado sobre todo en conocer su ciclo biológico".
Otro de los aspectos que estudian en el marco del proyecto PONTE es su comportamiento alimenticio para determinar cómo se transmite la enfermedad a la planta e intentar desarrollar algún producto que se lo impida. Las biólogas María Arias y Marina Morente muestran cómo se reproducen y estudian en el laboratorio el modo en el que la cigarrilla Philaenus spumarius transmite la bacteria a la planta. Utilizan una técnica denominada EPG (Electrical penetration graph) que, básicamente, consiste en hacer un electrocardiograma a un insecto colocándole unos electrodos: "Enganchamos a los insectos picadores chupadores al hilo de oro y a su vez se colocan sobre la planta para que se alimenten", explica Arias. El proceso se plasma en unas ondas visibles en el ordenador, que les permiten analizar cómo se alimentan.




El origen de la epidemia

Aunque se pensó que Italia, el primer país europeo en el que se detectó, fue el origen de la epidemia, los científicos creen que no lo fue. Según relata Fereres, "existen varias subespecies de la bacteria Xylella fastidiosa. Las tres más importantes son paucafastidiosa multiplex. En Alicante todas las muestras que han dado positivo pertenecen a la subespecie multiplex, pero en Baleares se han encontrado plantas afectadas con las tres subespecies".
Asimismo, dentro de cada subespecie hay variantes genéticas. Así han podido determinar que la bacteria pauca que hay en Italia no es la misma que la pauca que hay en Baleares, lo que significa que no vino de Italia. "Hay dos posibilidades: o bien se introdujo en Baleares, pasó desapercibida y se fue extendiendo hacia otros sitios, hacia Córcega, Italia, el sur de Francia... Es decir, o el origen es Baleares o bien han ido llegando diferentes bacterias a Europa en varios episodios. Porque en Italia sólo tienen una variedad pauca y en Mallorca están todas las variantes". De hecho, examinando fotos antiguas de hace unos años se vio que había almendros con síntomas extraños.
"La X. fastidiosa se ha asociado en algún caso a una situación preocupante que ha causado daños importantes, mientras que en otros no ha sido así", señala un portavoz del MAPAMA. "A la vista de lo que ha venido sucediendo en otros territorios del mundo en donde hay presencia de esta plaga, se deduce que hay que actuar con la máxima precaución, si bien la gravedad del problema ha de ser valorada caso por caso ya que, aunque se habla de que el complejo de bacterias de la Xylella fastidiosa puede afectar a un gran número de especies vegetales, existen diferencias entre distintas subespecies de la bacteria, de modo que no todas afectan a las mismas especies vegetales ni con el mismo nivel de agresividad".

Fuente/elmundo.es

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