Cataluña, la autonomía más desarrollada de España, se propone realizar el año que viene un referendo nacional sobre su independencia de España.
La experiencia de diez años de mi trabajo de periodista en España me recuerda hoy que el tema de secesión de diversas autonomías de España nunca ha sido olvidado por sus habitantes.
Afloraba en agudas polémicas entre altos políticos, en los medios de comunicación, se discutía en bares y cafés. Esto se notaba especialmente en el País Vasco y en Cataluña.
De todos modos, el crecimiento económico, un buen nivel de vida de su población, la obtención por los españoles de más democracia alejaban de continuo la solución de esta cuestión.
Además, en España no se notaba enemistad o contradicciones entre catalanes, vascos, gallegos, habitantes de otras regiones.
Sin embargo, como vemos hoy, la crisis económica se refleja no solo en el desempleo y en la caída del nivel de vida.
Cada vez más a menudo incide en las relaciones de los habitantes del Norte y del Sur, en la población de regiones con diferente desarrollo de la industria y la agricultura o con un nivel de vida estable.
Uno de mis colegas, al tocar el problema de la independencia, me contó por teléfono desde Madrid que en su tierra no hay tantas nacionalidades como en Rusia, pero en su país la situación es más tranquila.
En España, todo va de otra manera. En primer lugar aumenta el paro, baja el nivel de vida, se nota cada vez más desconfianza entre personas que hablan diversas lenguas.
Las noticias que llegan de diversos rincones del reino confirman los peores recelos de mi amigo.
Se agudiza la polémica en torno al referendo secesionista del que se habla cada vez más frecuentemente en Cataluña.
En Barcelona se planifican ya protestas para el año que viene. Con la circunstancia de que los politólogos predecían que la mayoría de los catalanes se pronunciaría por la división y el adiós a Madrid.
En comprobación de ello los catalanes realizaron ya una manifestación en Barcelona, en la que participó un millón de habitantes de la autonomía, manifestación que fue respaldada por el jefe de su gobierno Arturo Mas.
Él y sus partidarios en la capital catalana más de una vez han hablado de este tema con el presidente del gobierno Mariano Rajoy.
Hasta hace poco Rajoy insistía en una solución honesta de la compleja cuestión.
Esperaba que el destino del país fuese decidido por la prohibición dictaminada por la Corte Constitucional.
Pero los recientes datos testimonian que el estado de ánimo de la mayoría de los catalanes se inclina por una división radical del país en regiones nacionales.
Antes Arturo Mas mantenía con Mariano Rajoy diálogos tranquilos y pacíficos sobre la escisión de España.
Pero ahora declara cada vez con más seguridad que a propuesta de Madrid cabe discutir tan solo el régimen fiscal para la autonomía, pero esto no aplaza la cuestión del referendo.
Ayer el líder de los catalanes aconsejó: el referendo puede ser convocado no solo por el Gobierno central, sino asimismo por el gabinete de ministros de la propia Cataluña.
Y alega al respecto la opinión de los participantes de la "cadena humana" de muchos kilómetros efectuada en la autonomía.
La mejor y la más digna salida de la situación existente debe ser la situación en la que las fuerzas políticas del parlamento nacional, por una mayoría o por unanimidad, formulen una respuesta conjunta y tranquila a cualquier decisión negativa que venga de Madrid.
A ver qué respuesta da Madrid a esta declaración.
T/LAVOZDERUSIA/SSN


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