En la provincia de Cheliábinsk (parte Sur de los Urales) comenzó la fase activa de las maniobras antiterroristas chino-rusas Misión de Paz 2013. Los días 1 y 2 de agosto, arribaron al área de los ejercicios los militares chinos quienes, junto con sus colegas rusos, se ejercitarán en la táctica y operativos para contener la amenaza terrorista y eliminar a sus agentes.
Las maniobras actuales son de mayor envergadura desde 2003, cuando los militares rusos y chinos por primera vez se entrenaron en repeler un “ataque terrorista”, duran desde el 27 de julio hasta el 15 de agosto, o sea, casi tres semanas.
En los mismos participan más de mil quinientos efectivos, cien unidades de material bélico, incluyendo una veintena de aviones y helicópteros.
Pese a unas condiciones meteorológicas adversas en el área del polígono Chebarkul, los planes de los militares permanecen invariables.
La Constitución de China no estipula formar bloques o alianzas militares con otros países, pero la cooperación militar con Rusia, su vecino y socio estratégico, se desarrolla in crescendo.
Y para ello existen causas objetivas, destaca el experto del moscovita Instituto Estatal de Relaciones Internacionales, Andréi Ivanov:
–Un rasgo importante es que las maniobras son antiterroristas.
En tales ejercicios no sólo son bilaterales, sino también pueden celebrarse en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
Y esto es comprensible, porque no sólo Rusia, sino también China (concretamente, la Región Autónoma Uigur de Sinkiang) experimentó en carne propia la amenaza terrorista.
Esta amenaza afecta asimismo a muchos países de Asia Central que integran la OCS.
Pero, aparte de la amenaza terrorista, hay otro aspecto importante, aunque ni Rusia, ni China lo mencionan abiertamente.
Las así llamadas revoluciones de color son un fenómeno relativamente nuevo que mas no por eso deja de ser peligroso que ni Pekín ni Moscú pueden desatender.
En julio pasado, China y Rusia realizaron las mayores maniobras navales en el Golfo de Pedro el Grande (junto a las costas del Territorio de Primorie, Lejano Oriente ruso), en los que participaron veinte buques de guerra de diversas clases y que tuvieron como objetivo ejercitarse en las técnicas de actuación en el caso de captura de un buque por piratas, así como en las operaciones de búsqueda y rescate. Además, los marineros ensayaron la cooperación en materia de defensa aérea y naval.
Algunos expertos atribuyen estas movilizaciones de China y Rusia a los planes de EEUU y Japón de celebrar sus propias maniobras navales, así como a los ejercicios terrestres efectuados a principios de este verano.
No se descarta que, aplicando ingentes esfuerzos en este ámbito, Washington se empeña en lograr un ventajoso equilibrio de fuerzas en Asia, dado el diferendo territorial entre Pekín y Tokio.
Se trata de las islas de Senkaku (Mar de China Oriental) que ya provocaron sonados escándalos. China también tiene problemas similares con las Filipinas, Malasia y Vietnam.
Así las cosas, según una hipótesis geopolítica, el reforzamiento de los vínculos militares entre China y Rusia busca, entre otras cosas, dar a conocer su propósito de constituir su propio polo de fuerza.
Y esto cuadra perfectamente con la concepción de un mundo multipolar cuya necesidad en reiteradas ocasiones plantearon políticos chinos y rusos.
Pero no todos comparten este punto de vista. Por ejemplo, la conocida orientalista rusa Elena Supónina sostiene que las maniobras chino-rusas es un suceso común y corriente que no persigue metas globales:
–China es socio estratégico de Rusia. Durante las recientes negociaciones en la cumbre se resolvió que la cooperación entre ambos países se fomentaría en todos los dominios, incluido el militar.
Los actuales ejercicios evidencian que a Pekín y Moscú las unen no sólo intereses comunes, sino también la percepción de las amenazas comunes.
Las relaciones entre nuestros dos países carecen de contradicciones.
Todos los problemas relacionados con la demarcación de las fronteras fueron resueltos hace varios años.
La cooperación chino-rusa no apunta contra terceros países, sino tiene como objetivos consolidar la seguridad en esta zona del mundo.
Por otro lado, muchos prestigiosos analistas y políticos en China y Rusia están seguros de que la alianza estratégica de ambos países no sólo responde a los intereses económicos y de seguridad de una región, sino que constituye una forma blanda de atajar los intentos de Occidente por establecer un control global sobre el planeta.
TextoyFoto/lavozderusia
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