Es difícil creer que darle un refresco a un niño sea equiparable a ofrecerle cocaína, pero una nueva investigación indica que podría existir una relación entre este edulcorante y la adicción a la cocaína.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Guelph (Ontario, Canadá) estudió la reacción de ratas de laboratorio a dosis progresivas de jarabe de maíz alto en fructosa (un edulcorante presente en toda clase de alimentos, desde pan hasta refrescos) y determinaron que el jarabe provoca reacciones "similares a las causadas por el abuso de drogas como la cocaína".
Primeramente se suministró a las ratas comida que contenía jarabe de maíz alto en fructosa, y después se permitió que ellas mismas controlaran mediante una palanca la cantidad de jarabe que recibían.
Cuanto más concentrado era el jarabe, mayor era el esfuerzo de las ratas para obtenerlo, comportamiento similar al que se manifiesta en casos de adicción profunda a la cocaína.
El profesor Francesco Leri, que llevó a cabo la investigación, señaló que los alimentos que contienen grandes cantidades de jarabe de maíz alto en fructosa tienen propiedades adictivas, lo que podría explicar, al menos en parte, la actual epidemia mundial de obesidad.
"Los resultados demuestran que los animales de laboratorio son propensos a desarrollar una preferencia por los alimentos dulces y por la cocaína", dijo el profesor Leri, experto en adicciones. "Ahora tenemos pruebas neurobiológicas y de conducta convincentes que indican que la adicción a la comida es posible", agregó el científico.
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