La consulta sobre el futuro de Cataluña se celebrará en el 2014 con o sin consentimiento de Madrid, afirman los independentistas catalanes.
La consulta sobre el futuro de Cataluña ya tiene fecha y preguntas. En su presión al Gobierno de España para que les haga caso a los independentistas, los principales partidos catalanes han pactado el 9 de noviembre del 2014 como fecha de la consulta soberanista.
La primera pregunta que propone el presidente del Ejecutivo catalan, la Generalitat, Artur Mas, es “¿Quiere usted que Cataluña se convierta en un Estado?” y la segunda, “Quiere que este Estado sea independiente: ¿Sí o no?”.
Tres de cada cuatro catalanes están a favor de que se les consulte sobre la independencia y un 75 % exige al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se avenga a autorizar el referendo.
Este ha sido el resultado del sondeo elaborado por el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública para El Periódico de Catalunya tras conocerse la semana pasada los detalles de la consulta.
De poco han servido las reiteradas advertencias de Madrid y Bruselas que aclaraban que la independencia de Cataluña supondría su exclusión automática de la Unión Europea, la salida del mercado único, fin de la libre circulación de ciudadanos y pérdida de la financiación del Banco Central Europeo.
El 60 % quiere que Cataluña se convierta en un Estado, ya sea federal o independiente.
El Gobierno catalán prevé firmar el decreto de convocatoria de la consulta de autodeterminación a finales del próximo septiembre.
Los siguientes pasos de los independentistas dependerán de los resultados del referendo. Si hay un resultado que sea mayoritario, con un respaldo importante y masivo de la ciudadanía, el Gobierno lo negociará con el Estado.
En cambio, el escenario será distinto si en Cataluña hay una baja participación o si las opciones en la consulta queden prácticamente empatadas.
"Si en los dos apartados de la pregunta hubiera la misma gente que vota 'sí' que la que vota 'no', entonces tenemos un problema", dijo el propio Mas en una entrevista a la televisión catalana TV3.
Según el presidente de la Generalitat, semejante resultado demostraría que "no hay mayorías claras en el país ni a favor de una cosa ni a favor de la otra".
Mas opinó que la clave del resultado estará en la diferencia entre el “sí” y el “no”: si en el primer apartado sale un “no” con diferencia respecto al “sí”, significará que no se quiere un Estado, y si en el segundo sale el “no”, querrá decir que los catalanes quieren un Estado pero no independiente.
Ajeno a esos cálculos y aspiraciones, el presidente del Gobierno español parece tener claro, a corto plazo al menos, cómo hay que tratar a Cataluña. Su postura se podría resumir en muy pocas palabras: la unidad de España y la soberanía nacional son innegociables, por lo que la consulta independentista no se puede celebrar.
Una reforma federal de la Constitución, de la que ha hablado el líder socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, se perfila como la única alternativa viable a una consulta soberanista.
Ese plan había recibido un apoyo de peso tras un editorial del Financial Times que pedía que Cataluña y España “revisaran” la convivencia a favor del federalismo asimétrico como vía de superación del conflicto.
La negativa de Rajoy a negociar la consulta hace que algunos catalanes sean escépticos sobre la posibilidad de que el referendo llegue a ser una realidad.
La división de opiniones es palmaria: un 43 % de los encuestados opina que el referendo no se celebrará, mientras que un 42 % sostiene que sí. Pero un tercio exigen al Ejecutivo catalán que desobedezca a Rajoy y convoque el referendo de todas maneras.
El Estado independiente es el que suma mayores apoyos como el modelo territorial preferido de los catalanes (un 40 %), seguido de la autonomía.
Sin embargo, la suma de modelos alternativos que suponen conservar algún tipo de vínculo con España supera el porcentaje de independentistas y roza a un 50 %.
“Son los nacionalistas españoles del viejo régimen los que creen en la sagrada intangibilidad de su patria y en el poder absoluto venido de arriba.
Esa es una de las razones por las que la mayoría de catalanes queremos constituirnos en un nuevo Estado moderno de la UE. El ADN español nos aboca a sucesivas reediciones del franquismo sociológico premoderno.
La sisífica reforma de este Estado es inalcanzable a varias décadas vista. Demasiadas para un pueblo harto de aguantar y esperar. Lo más prudente sería irse”, escribió socioecólogo catalán Ramón Folch en un artículo de opinión publicado en El Periódico de Catalunya.
Fuente/lavozderusia
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